LA PRIMERA COMUNION MAS BELLA QUE VI

Era  un domingo del mes de mayo, no recuerdo la fecha, pero si mi tercer año en mi otra Parroquia. Me gustaba tanto dar Catequesis, que con una Parroquia no me bastaba. Y pregunté en la Parroquia de San Sebastián admitió D Isidoro. Aquel domingo, o mejor aquella Primera Comunión jamás se me iba a olvidar,  como a ninguno de los demás Catequistas, y menos a Elsa, que años más tarde se casaría e iba a tener un prueba de fe muy grande, en alguno de los volúmenes dejo constancia de ello.

Pues bien; fuimos llegando los catequistas y el Párroco estaba más sonriente de lo normal, tras su barba cuasi rubia, asomaba esa sonrisa distinta a la de otros domingos. Vimos que empezaba a llegar gente bien vestida. Niñas y niños vestidos con trajes de Primera Comunión. Nos mirábamos unos a otros. Ni siquiera habíamos comenzado con las nuestras. Nos fijamos en los niños tenían el síndrome de Down. Nos acercamos a ellos y con qué alegría y claridad respondían que estaban muy contentos porque iba a recibir a Jesús.

Aquellos eran sagrarios puros donde siempre moraría Jesús. Era verdaderos templos del Espíritu Santo para la eternidad. Como se mantuvieron quietos y atentos en la Santa Misa, como atendieron al Párroco cuando se dirigió a ellos y a los padres y a ASPRONTE que los atendía día a día. Y la emoción de los catequistas, que además formábamos el coro, en algún momento se nos escapo alguna lágrima y momento de emoción. La pequeña Hermita de San Sebastián estaba repleta los niños, los Catequistas, los Santos Anglas de la Guarda de los Niños y de los que habían pedido permiso para bajar del Cielo. Menos mal que los Ángeles no ocupan espacio mi lugar, sino, aquella pequeña Hermita se habría quedado más pequeña.

Aquellos niños ya gozaban del Cielo con antelación, en vida. Tenían una sonrisa especial y expresaban su alegría. Y si, tuvieron sus regalos como todos los niños, aunque para ellos el mejor, es que llevaban en si a Cristo, y esas almas puras serían Templos del Espíritu Santo para siempre.

Pienso en la cantidad de padres que no les dejan ver la Luz del día porque van a nacer con esta o aquella malformación. Egoísmo y Cobardía, queda la esperanza del arrepentimiento sincero