ORASIS TERENINA (DULCE MIRADA)

18 Octubre 2018

ORASIS TEREHINA (DULCE MIRADA)

18 de octubre de 201

Hago un este alto que hago en mi camino, y dejo a un lado en hablar de políticos, de traidores, de corruptos, de falsarios. Quiero aprovecharlo, para recordar, no a una persona, sino a una perrita, que de todos los que hemos tenido, es la que para mi, ha sido la que más ha tocado mi corazón. Alguno que lea esto, pude preguntarse, si un perro puede tocar el corazón de una persona. Creo que todos o casi todos los que han tenido o tienen, sea la raza que sea, se desharían en elogios, por su nobleza, porque son capaces de realizar hechos increíbles y sobre todo porque dan cariño, compañía si cobrar nada a cambio.

El Papa San Juan Pablo II, dijo que tienen un soplo de Dios, en cuanto que han sido creados por Él. Y yo me atrevo a decir, que habiendo un Cielo para las personas, ¿Porqué no va a haber otro para los perros?. No generalizo, porque estoy hablando solo de los perros. No lo afirmo, pero tampoco lo niego.

Estando en Tenerife, le regaló un alumno de la Academia Preparatoria Militar, un ejemplar de perrita de raza Colly, hija de campeones del mundo. Viajó sola de Valladolid a Madrid y de Madrid a Tenerife. Vino en una caja especial para perros, con su alimento y depósito para el agua. Cuando nos fue entregado por una Agencia, encargada de su traslado, abrimos la caja y salió una cachorrita que mas parecía una bola peluda, que se acercó a todos como estudiándonos. En seguida todos haciéndola mimos, caricias y ella se dejaba querer. Y pasaron los días, los meses y fue creciendo y rápidamente; pero ya nos tenía conquistados a todos.

Dormía en mi cuarto. Cuando hacía frío se subía a la cama por la noche. Era súper inteligente. Le encantaba que le hiciéramos mimos y cuando quería algo, primero los mimos y después el premio. Yo la sacaba a pasear. Sobre las seis de la tarde, si algún dia me pasaba de la hora o me olvidaba, ella se encargaba de recordármelo de la manera más sutil: descolgando del respaldo de la silla la chaqueta. Si en la calle veía algún perro, me miraba, como pidiendo permiso para jugar con ellos. Sabía con gesto que podía. Se hizo amiga de dos grandes daneses, con quienes jugaba. Por la noche, si daban las 23,00 y no me había acostado, se ponía delante de mi, me hacia un gesto con la cabeza, para recordarme que me había pasado de la hora.

Pero el cáncer la tocó y sufrió dos operaciones, tuve que hacerle las curas y ni una queja. Tenia que limpiarla con betadine, el rajón de la operación, duró unos seis meses. Un dia, domingo, al entrar en el cuarto me la encontré tumbada sobre mi cama, levantó la cabeza. Tenía los ojos llorosos y me levantó la patita izquierda como diciéndome que me acercara lo que hice y poniéndome su patita sobre mi hombro se puso a gemir. Me di cuenta entonces que algo no iba bien. Lo comenté en casa y la llevamos al hospital veterinario, donde la examinaron y nos comunicaron que en menos de dos horas habría muerto. Nos quedamos en el hospital, hasta que nos comunicaron que había muerto.

Había marcado un hito, Orasis. Espero haya un Cielo para perros Orasis, era canonizable.