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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

EL MAJARRERO

- Salam Aleykum (saludó nada más entrar, llevándose la mano a la altura del corazón, para dar más veracidad a las palabras que acaba de pronunciar: la paz sea contigo”

                                                 

 

- We Aleykum Salam (“y la paz sea contigo”. Respondió el viejo majorero, que agradecía una de las pocas visitas que recibía, en aquel diminuto cuarto, donde tenía todos los artilugios para trabajar el cuero, el metal, el bronce, de dónde sacaba bonitas y lustrosas teteras, bandejas en donde se colocaban los pequeños vasos de cristal para tomar el delicioso te saharaui)

Agradecía la visita. Pues eran muy pocas. Algunos, los menos lo tenían por un santón, otros lo despreciaban, por ser los majarreros la penúltima casta, por encima de los esclavos. La llegada de España al Sahara, había dado aires nuevos: había abolido la esclavitud, así como también:  “el herma”:  compuesta por saharauis que se dedicaban a la protección de otras familias, mediante el cobro de dinero. Recordaban a las mafias americanas.

Siempre que iba a visitarle, me recibía con agrado y mientras tomábamos él te de tres sabores: amargo como la vida, dulce como el amor y suave como la muerte, siguiendo siempre un ritual, por ejemplo, el segundo te lo tomabas del vaso que te tocase y no del que habías bebido el primer te. Entre tanto hablaban de la vida, de la sociedad… Aquel día, surgió el tema de los estudios.

- Pues mañana tengo un examen de Historia y realmente nos exige escribir las respuestas tal como vienen en el libro, de memoria (le dijo)

- Ese no es un buen profesor. Un examen es para valorar tus conocimientos y si lo tienes que escribir de memoria, creo que jamás los podrá valorar. (Respondió el majarrero)

- Una vez nos llevó a su hijo de unos once años. Le preguntaba y aquel niño le contestaba, pero antes le decía, el número de página donde estaba la pregunta y la numeración a la que correspondía la pregunta (me contó).

- Ese es un mal profesor. Además, reo, que está maltratando a su hijo al obligarle a decir la lección de esa manera. Está haciendo un robot. (Contestó el majarrero)

- ¿Y tú te lo has estudiado? (me preguntó)

- Como he podido. (Respondí)

- Mañana aprobarás, verás (le dijo el majarrero. Y buscando en aquella habitación, recogió varias cosas) - Vas a hacer tal como yo te digo, de lo contrario no aprobaras. Estos son cuatro piedras; voy a bendecirlas y cuando entres en el aula, lanzas una a cada esquina. Cuando termines vienes Y así lo hice. Una piedra a cada esquina y el examen bien. Salió y fui a contárselo al viejo majarrero.

yo no creía en la magia, ni en los números de la suerte, ni en la astrología. Pero el majarrero si influyó en quitarme el miedo y ganar en tranquilidad. Muchas veces me acuerdo de él.

 

 

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