Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

TESTIGOS DEL SEÑOR

 

 

 “¡Yo lo he visto!”, nos dice el Bautista a través del evangelista San Juan,  con palabras que no dejan lugar a dudas. Aquel testimonio, “¡Yo lo he visto!”, se inmortaliza a través de los siglos, para que nadie quede sin recibir la Buena Nueva: que Jesús ha venido para todos sin distinción alguna; ha venido para que los santos persistan en su santidad, y para que los pecadores enmendemos nuestro camino y lo orientemos hacia Dios, siguiendo el ejemplo que Jesús nos da cada día con sus obras y el seguimiento de sus enseñanzas.

 

            A lo largo de los cuatro Evangelios, vemos repetirse la acción testimonial del Bautista. Recordamos el testimonio de los pastores que tras el anuncio del Ángel del Señor corren a prisa para testimoniar primero lo que habían oído y después lo que habían visto con sus propios ojos. Ahora, es el Bautista quien da testimonio de Jesús a otros; después las gentes al oir las palabras de Cristo y los hechos maravillosos que le acompañan; después será María Magdalena, testigo excepcional , después de la Virgen María, de la Resurrección del Señor que comunica a los Apóstoles que había visto a Cristo resucitado; después lo serán aquellos dos apóstoles que iban de camino a Emaús, quienes se encuentran con el Señor y posteriormente desde los Apóstoles hasta nosotros la Iglesia prosigue dando testimonio de Cristo, anunciándolo por todo el mundo.

 

            Dar testimonio es ser testigo de un hecho y además  vivir ese hecho y transmitirlo. Los Apóstoles que convivieron con el Señor, dan testimonio directo de Jesús, de sus palabras, de su ejemplo y de sus hechos. Dar testimonio es pues  ser testigo de un hecho, pero también lo es vivirlo. Los cristianos hemos sido llamados  a ser sal  y ser luz para otros dando testimonio de Cristo. ¿Cómo . El hecho de no vivir  junto a Cristo durante su vida pública, no minimiza al carácter testimonial que de Él podamos dar los cristianos. Y si para dar testimonio el cristiano de Cristo ha de vivirlo cada día. La única diferencia, es que los Apóstoles  vivieron junto a Cristo, y nosotros lo hacemos a través de la fe, además  de recibirlo realmente en nuestra alma y en nuestro corazón por medio del Sacramento de la Eucaristía.

 

            ¿Cómo vivirlo? Además siguiendo su ejemplo cada día, uniéndonos a Él por medio de la oración, santificando el trabajo y el estudio; es decir, ofreciendo al Señor el trabajo o del estudio, bien hecho y bien acabado  día por amor a Él; mirando más al prójimo que a uno mismo; a través del Sacramento de la Eucaristía, por medio del cual nos abrazamos al Señor; acercándonos con frecuencia al Sacramento de la Penitencia que nos devuelve a su amistad... dejando que sea Cristo quien nos mueva, quien viva en nosotros, para que después  podamos llevarle a otros;  en el seno de nuestra familia, para que en ella se transmita y se viva el espíritu de la Sagrada Familia de Nazaret ; en la Catequesis, transmitiendo a otros no sólo de palabra Cristo, sino también la vida que de Él llevamos en nosotros; visitando a los enfermos, llevándoles esa imagen de Cristo  para que el dolor se les vuelva esperanza; en las cárceles, transmitiendo esperanza a quienes en ellas se encuentran recluidos; en las instituciones donde se recogen niños y mayores, dándoles a la vez un poco de nuestro tiempo y mucho de nuestro cariño; en el centro de trabajo o de estudio, cumpliendo con nuestros deberes  profesionales y estudiantiles con la mayor perfección posible; en el circulo de nuestros amigos, donde sepamos impregnar el espíritu cristiano de la vida...

 

            Dar testimonio de Cristo es colaborar con Él en la extensión del Reino de Dios en el   mundo y en el hombre.            Qué mejor ayuda para que la voz de Cristo llegue a todos, que contar con la Virgen María, Reina de los Apóstoles, en nuestro apostolado. Pero la Virgen María, si así se lo pedimos, también nos va a ayudar a llenarnos de Él y a vivirlo.   Nosotros, al igual que el Bautista podemos decir: ¡Yo lo he visto!, pues este hecho ocurre cada día cuando el cristiano se acerca al momento sublime de la Comunión Eucarística, pues aquella Sagrada forma blanca e inmaculada no es un símbolo de Jesús, ni una forma que lo representa, es el mismo Jesús, el que convivió con los apóstoles, el que curó, el que con ternura  habló a aquellas gentes tan necesitadas de un guía que les enseñara el buen camino. Pero nuestro testimonio no debe quedar aquí, en esas palabras, sino que hemos de continuar: Yo lo he visto, y he dado testimonio. Y ese testimonio solo podrá ser siguiendo las palabras de Jesús, las que cada día nos dice desde las páginas de los Evangelios.

Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post