DE LA RABIETA NACIONALISTA AL CALVARIO DE MONSEÑOR MUNILLA

Ya es hora que Monseñor Munilla no sienta que está solo. La campaña llevada a cabo por el sector nacionalista vasco, no tiene nombre. Este intento de acoso y derribo es vergonzoso, falto de todo sentimiento humano y una vez más lo digo, que es vergonzoso que  los sacerdotes de ideología nacionalista (lo de sacerdotes es de risa) se mantengan fuera de la comunión con su obispo elegido por el Papa, con lo cual demuestran que tampoco están en comunión con él.

¿Entonces con quien están en comunión? Con la Iglesia no, porque si no están en obediencia con el Papa ni con su obispo ¿entonces? ¿Qué sacramentos celebran? ¿Están en gracia para celebrar estando en desobediencia al papa y en rebeldía con su obispo? ¿A quién obedecen, al ex­­-cura  Arzalluz, a monseñor Setién? Y encima van de victimas, cuando dicen: “se ha desautorizado públicamente a las personas y a la labor abnegada, sería y fructífera que han venido realizando durante las últimas décadas. En el fondo, les obligan a irse. No les dejan otra salida». QUE FALTA DE SERIEDAD Y QUE FALTA A LA VERDAD. Que labor abnegada será esa a la que se refieren, que labor seria y fructífera. No creo que sea la de cerrar las puertas a los funerales por las víctimas de ETA y abrírselas a los asesinos,  no creo que sea hacer la guerra fría a curas y párrocos que no son nacionalistas; no creo que sea el poner la ikurriña en el campanario de las iglesias, como lo he visto. La labor fructífera debe ser la que se hace a favor del nacionalismo sectario con el que comulgan; nacionalismo que no sabe de reconciliaciones con los que no son o piensan como ellos. No sé si pensar en las persecuciones judías cada vez que leo lo que está ocurriendo en vascongadas.  Ya solo faltaba que metieran en ghetos a los no nacionalistas, porque por lo que veo no tienes derecho ni a respirar si no eres nacionalista o radical abertzale. ¿Qué pasaría si lograran la independencia?

La rabieta nacionalista después de que Patxi López ganara las elecciones y diera un tono más españolista al País vaco y devolviera el ambiente fresco que faltaba en varias décadas, que lo he visto en mis vacaciones de noviembre, alcanza tintes estrambóticos. Que ardides emplearna para  quitar del gobierno vasco al Señor Patxi López. Todo al tiempo.Aunque no siendo yo socialista ni del “pepé” le felicito por la gestión que está llevando. Era de esperar la rabieta y la pataleta, están en su derecho. ¿Y como patalean?, pues del modo más necio, y mas cobarde. Lanzando en avanzadilla al sector nacionalista de la Iglesia, porque de otro modo no pueden , porque van teniendo cada vez menos voz y menos oídos que les escuchen. El pueblo vasco esta dolorosamente  harto de las varias décadas de descomposición nacional llevadas a cabo en vascongadas. De

spués decían que el “pepé” no supo tragar la perdida de las elecciones. Pues no digamos el señor Ibarretxe y toda su curia, bajo el palio del ex cura jesuita Arzalluz. Sería bueno que todo España, laicos o no, demostráramos a monseñor Munilla que estamos con El, que estamos con todos los sacerdotes que sufren su calvario por la persecución nacionalista, que vagamente podemos imaginarlo; que vagamente podemos imaginar como son y hasta donde llegan; pero si una idea podemos hacernos cuando son capaces de oponerse a su vicario y oponerse al mismo Papa desde el mismo sector de la Iglesia.

Dice el Mundo que se han ido los pesos pesados que apoyaban a monseñor Uriarte, pues ¡que se vayan ! Como cantaban los radicales a los policías: ¡que se vayan. Se vayan, se vayan. Que se vayan y no vuelvan más!. Nadie les ha obligado a irse, se han marchado por pura sobervia, por puro afán de hacer daño. ¡ Que se vayan!. Pues en vascongadas se precisan sacerdotes santos que prediquen la Palabra de Dios no la revolución; sacerdotes que enseñen el catecismo de la Iglesia y no el ideario nacionalista de sabino Arana; sacerdotes que enseñen el autentico amor y la paz, no el odio secesionista; sacerdotes que den ejemplo de humildad no de soberbia, que estén al lado de la Paz de Dios y no de las metralletas de ETA; que prediquen la unidad no el separatismo, en una palabra que sean sacerdotes y  no revolucionarios.