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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

LA ANUNCIACION DE JUAN EL BAUTISTA (1)

5 Hubo en tiempos de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la familia de Abbías, cuya mujer, descendiente de Aarón, se llamaba Isabel. 6 Ambos eran justos ante Dios, y caminaban intachables en todos los mandamientos y preceptos del Señor; 7 no tenían Hijos, porque Isabel era estéril y los dos de edad avanzada” (Lc 1, 5 - 7)

 

ANTECEDENTES.

 

 Herodes que fue gobernador de Idumea es nombrado por Cesar como gobernador de Judea, posteriormente obtiene, hacia el año 37 a. de C. , el nombramiento de rey de los judíos o  rey de Judea como describe el evangelista San Lucas. Este Herodes quedará definido por algunos historiadores de su tiempo como psicópata. Hechos que califican su reinado son: la matanza de los inocentes, la matanza de componentes del sanedrín, a los que consideraba opositores a sus intereses; el asesinato de su propia mujer Mariamme, así como el parricidio de sus hijos Alejandro y Aristóbulo y el de su primogénito Antípatro.  Mariamme era hija de Aristóbulo rey de los judíos y de Alexandra reina, hija de Hircano. Es asesinada por orden de Herodes instigado por su madre y su hermana  Salomé.           Si como persona deja mucho que desear, como político era todo lo contrario; ya que destacaba por su habilidad. Bajo su reinado se construirán  las ciudades de samaria, Cesarea Marítima; las fortalezas de Maqueronte y de Masada; los palacios de Jericó, la fortaleza Antonia y Jerusalén; ampliará el Templo, que se constituirá como el centro religioso del judaísmo.

 

            Zacarías e Isabel, padres de Juan el bautista. El era sacerdote del Templo de Jerusalén, Isabel era prima de la Virgen María. Ambos, como nos describe el evangelista San Lucas: eran justos ante Dios, y caminaban intachables en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, pues tal como nos indica San Lucas ella era estéril y nos da más datos, nos dice  San Lucas que pertenecía “a las familias llamadas descendientes de Aarón”, familias sacerdotales; esto era porque se estableció que en tiempos posteriores a Aarón los sacerdotes judíos serían llamados descendientes de Aarón, no porque lo fuera por razón de sangre.

 

Dice: Ambos eran justos ante Dios. El sentido de justicia en los textos sagrados equivale en muchas ocasiones al de santidad; este término, el de justo o el de justicia, se aplica en el Monte  de las Bienaventuranzas por ejemplo. Y a continuación, para dar mas fuerza a la afirmación hecha sobre Zacarías e Isabel nos dice, y caminaban intachables en todos los mandamientos y preceptos del Señor. Ambos eran justos ante Dios. No buscaban ni honores ni reconocimientos ante los hombres; no actuaban por recibir sus parabienes tal como hacían los fariseos de la época, cumplían lo establecido por Dios por amor a El y por el amor a Dios amaban a los demás.

 

8 Sucedió que, al ejercer él su ministerio sacerdotal delante de Dios, cuando le tocaba el turno, 9 le cayó en suerte, según la costumbre del sacerdocio, entrar en el templo del Señor para ofrecer  el incienso; 10 y toda la concurrencia del pueblo estaba fuera orando durante el ofrecimiento. (Lc. 1, 8 - 10).       El Templo de Jerusalén era el centro de la vida religiosa del pueblo judío, fue construido por Salomón (967 - 966 a. de C) que será destruido y reconstruido posteriormente por Zorobabel después del  exilio de Babilonia;  tuvo varias ampliaciones, la última con Herodes. Su  duración  es de cerca de mil años, ya que será  destruido por los romanos hacia el año 70.

 

            Los encargados del Templo eran los sacerdotes; eran además los encargados de ofrecer a Dios las oraciones y sacrificios; debían ser  de la tribu de Leví. De las doce tribus, Dios eligió a la de Leví para ser la encargada del servicio litúrgico; los sacerdotes eran consagrados según un rito que podemos observar  en el libro del Levítico. Los pertenecientes a esta tribu no recibirán ningún tipo de heredad una vez establecidos en la tierra prometida, sino la de servir a Dios como sacerdotes: Dios era su herencia. Vestían  túnica y gorro de lino blanco y el sumo sacerdote un chaleco bordado y una bolsa a la altura del pecho, de oro con doce piedras preciosas  incrustadas. Son además los encargados de interpretar la Ley mosaica. Podemos leer en Números la forma en que Dios  procedió a la elección de la tribu de Leví como encargados del Santuario de forma perpétua:

 

            16 Yahvé dijo a Moisés: 17 Diles a los israelitas que traigan una varilla por tribu; una varilla por cada uno de los jefes de tribu. Serán pues doce varillas; y tu escribirás en la varilla respectiva el nombre de cada uno. 18 En la varilla de Leví escribirás el nombre de Aarón, porque solo habrá una varilla por tribu. 19 Las depositarás en la Tienda delante del testimonio, allí donde los cito a ustedes,  20 y aquel cuya varilla florezca, ese será  el que he elegido. Así acabaré con todas esas quejas de los israelitas contra mi ( me refiero a las quejas contra ustedes).

 

21 Moisés transmitió esas palabras a los israelitas y cada uno de los jefes le dio una varilla. Cada tribu tenía su varilla, que era llevada pos su jefe, o sea, en total doce varillas. La varilla de Aarón estaba junto a las demás. 22 Moisés depositó esas varillas delante de la Tienda del Testimonio. 23 Al día siguiente, cuando Moisés entro en la Tienda del Testimonio, la varilla de la tribu de Leví presentada por Aarón había florecido: le habían aparecido dos yemas, había botones de flores y las almendras habían madurado. 24 Moisés retiró entonces todas las demás varillas de la presencia de Yahvé y se las mostró a los israelitas. Estos las vieron y cada uno recogió la suya.

 

            25 Yahvé dijo entonces a Moisés: vuelve a poner la varilla de Aarón delante de la Tienda del Testimonio; allí aparecerá como una advertencia para los rebeldes. Así alejarás de mi sus murmuraciones y no morirán. 26 Moisés hizo como Yahvé se lo había ordenado. 18 1 Yahvé dijo a Aarón: Tu, tus hijos y tu tribu contigo, serán responsables del Santuario.

 

            Será precisamente uno de estos sacerdotes, quien anuncia la inminente venida del Salvador, Jesús: Zacarías. Padre de Juan el Bautista. 8 Sucedió que, al ejercer él su ministerio sacerdotal delante de Dios, cuando le tocaba el turno, 9 le cayó en suerte, según la costumbre del sacerdocio. San Beda, nos dice a este respecto: “ Dios constituyó por medio de Moisés un sumo sacerdote, a quien mando que sucediese otro por orden, cuando aquel hubiese muerto. Esto se vino observado desde entonces hasta el tiempo de David,  a quien Dios le mando que instituyese muchos. Por eso ahora se afirma que Zacarías ejercía el sacerdocio en el turno de su grupo”, como leemos en San Lucas.

 

            El Padre José Luis Martín Descalzo, en su obra “Vida y misterio de Jesús de Nazaret” nos da otra lectura acerca del turno de Zacarías en el Templo: “ Y aquel día fue grande para Zacarías. Reunidos los 50 en la sala llamada Gazzit se sorteaba (para evitar competencias) quien sería el afortunado que aquel día ofrecería el sacrificio perpétuo. El maestro de ceremonias decía un número cualquiera. Levantaba después, al azar, la tiara de uno de los sacerdotes, se contaba (todos estaban en círculo ) hasta el número que el maestro de ceremonias había dicho. El afortunado era el elegido, a no ser que ya hubiera tenido esta suerte. Porque la función de ofrecer el incienso solo podía ejercerse una vez en la vida..

 

            Otros estudiosos Bíblicos nos  dicen que “ David dividió en 24 turnos o clases, 16 de la estirpe  de Eleazar y 8 de Ithamar, los cuales se íban turnando en el servicio del Templo de sábado a sábado”; también  que: “ de conformidad con todo el cuerpo de sacerdotes, fueron divididos en 24 familias o turnos de servicios, para que sirvieran según su turno por una semana”.  Y se cumplió que cuando se cumplieron los días de su ministerio, se marchó a su casa, que leemos en este pasaje de San Lucas.          Por ello, durante su turno dejaban su familia y trabajo, para pasar a servir a Dios como estaba establecido. Los llamados a la vocación sacerdotal, religiosa o misionera, vemos como sin echar la mirada atrás, abandonan familia, posesiones... para pasar al servicio de Dios. Mientras, los asistentes quedaban fuera ya que solo el sacerdote podía entrar, apoyándole con la oración  tal como nos lo dice el evangelista; esta indicación no nos la hace a modo de descripción, con el cuadro que pinta en nuestra imaginación acerca de aquel rito; sino para tenerlo en cuenta, para  que en todo momento, aquello que ofrezcamos a Dios, vaya conjuntamente unido con un acto de vida interior, como lo es la oración.

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