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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

DILOGOSPARA LA CUARESMA

Con el miércoles de ceniza, comienza la Cuaresma, que es un tiempo de CONVERSIÓN y de PENITENCIA. No significa que estos dos momentos de la vida cristiana:  la conversión y la penitencia, sean exclusivos de la Cuaresma; sino que he  de tenerlos en cuenta de una manera más particular.

 

            En estas fechas debo preguntar, sinceramente a mi corazón: ¿Cómo soy? ¿cómo es mi vida en comparación a la que Cristo me ha diseñado?¿ Qué debo cambiar? ¿qué me sobra? ¿qué me falta para que sea una imitación a la de Cristo? ¿soy consecuente con mi fe, o por el contrario  diseño de un modo particular mi fe para que esté en consonancia con mi consecuencia?

 

            ¿Qué me pide el Señor? En Cuaresma, como en otra época, me pide  que me despegue de las muchas cosas inútiles que el mundo  pone  a mis pies y que son el obstáculo que voy poniendo entre el Señor y yo; me pide que sepa perdonar, que sepa hacer sonreír a quien lo necesita; que deje de mirarme a mi y vea que a mi lado hay otro u otros que me necesitan para llegar hasta Dios; que hay otro u otros que están tristes, que se sienten vacíos, que no saben buscar la luz que ilumine sus caminos; que me de cuenta, de una vez por todas, que esa luz para los demás soy yo, porque así lo ha establecido el Señor.

 

Ahora, de manera especial, el Señor me recuerda y me llama, desde el Evangelio de cada día, a la conversión.

 

 

Pero Señor, ¿qué es la conversión?. Le pregunto, y su respuesta no se deja esperar:

 

            Conversión es: estar dispuesto a poner todos los medios para vivir como te pido cada día desde el Evangelio; es, que seas sincero contigo mismo; es,  no servir a dos señores a la vez; es, amar a mi Padre, que lo es también tuyo,  con toda tu alma , con todo tu corazón, con toda tu mente; es alejar de tu vida todo pecado deliberado; es,  acercarte a Mi para que pueda absolverte de todos tus pecados y restañar las heridas que en tu corazón han ido causando; es,  irte privando de todas esas cosas superfluas, a través de esos pequeños sacrificios que irán fortaleciendo tu espíritu, mortificando la carne y la sensualidad, elevando tu alma a Dios; es, levantar tus ojos a la Cruz, donde aún hoy permanezco clavado, por los pecados de muchos y con tus buenas obras aliviar el dolor de las heridas abiertas en mi Cuerpo; es, sentirte uno con el hijo pródigo de la Parábola, para que pueda rodearte con mis brazos amorosos de Padre.”.

 

            ¡Cuantas veces Señor te he dicho que mi vida iba a cambiar! ¡ Cuántas veces te lo he prometido, y hasta me he atrevido a jurártelo!. Y después, ya ves, todo ha seguido dentro de  la misma rutina, del mismo abandono, del mismo olvido, del caer y recaer en las mismas faltas, en los mismos pecados, en las mismas miserias... hasta el punto en que ya no me atrevo a prometerte nada, ni a levantar mis ojos a Tí, pues temo que una vez más, mi vida volvería a ser  otra vez la misma, sin solución.

 

            No te avergüences, no sientas temor de mirarme, de acercarte cuantas veces lo necesites, para pedir que te perdone ese o aquel pecado que domina tu vida, paras ayudarte a luchar  y a levantarte. No sabes cuanto desea mi Corazón  aliviar tu dolor. ¿Sabes? , en el Cielo hay tantos Santos y tantos justos que en vida tuvieron esos mismos defectos, esos mismos pecados. Y ahora están aquí, gozando de la Gloria de mi Padre, junto a Mi, junto a mi querida y hermosa Madre. No sientas miedo de alzar tus ojos hacia Mi, de acercarte cuantas veces lo necesites, por fuerte que haya sido tu abandono y tu pecado... ellos lo hicieron, y míralos, poco a poco fueron recobrando su libertad, y hoy gozan de ella aquí en el Cielo

 

Ser santo, no significa que jamas se haya pecado; ni tampoco que la vida les haya sido más fácil. Ser santo, significa haberse sabido levantar siempre de cada caída; y de la misma manera que lo hicieron ellos, tu también puedes hacerlo; y como a ellos, me tienes a tu  lado para ayudarte, para tomar tu mano y sostenerte, como lo hacen las madres con los pequeños. Los santos no son personas cogidas al azar para que sobresalgan sobre los demás. Tú y toda la humanidad estáis llamados a ellos, ¿recuerdas?: Sed, pues, vosotros perfectos como Vuestro Padre Celestial es perfecto.”

 

 

            Muchas veces, Señor,  me creo fuerte para reanudar el camino, para mejorar en todo: en mi estudio, en mi trabajo, en mis relaciones familiares, en mis relaciones con  los amigos, en mis relaciones para contigo. Pero la realidad es otra y muy diferente : me siento débil y ni siquiera puedo dar un paso, sin volver a caer. Me vence la tristeza, el abatimiento, me siento, Señor, tantas veces como aquellos pobres paralíticos que encontrabas en tu camino y que esperaban tu paso para ver y sentir tu  sonrisa paternal que les aliviara todos sus pesares.

 

 

            Sabes, alma querida, todo el mundo tiene mi sonrisa. Hasta el mas contumaz de los  pecadores. Si el mundo acertara a descubrirlo, muchos más serían los que se acercaran a Mi.. Veo que esas melancolías  desgarran tu alma. Descansa  en mi. Nunca he dejado de estar a tu lado, y mucho menos en los momentos de gran debilidad. Siempre estoy al  lado de las almas. Estoy cerca de ti, a tu lado ,aunque muchas veces no me sientas;  te escucho aunque no me hables; te atiendo aunque no me lo pidas;  te veo aunque tus ojos estén nublados para que me veas. Nunca te desamparo, como tampoco te desampara el Padre. ¿te acuerdas que les dije a los escribas y fariseos una vez que no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos?. Por eso estoy siempre a vuestro lado, presto a sanarlas. Es tanto mi deseo de vuestra salud, que muchas veces me anticipo, porque leo en vuestra alma sufriente.

 

            Acércate a la oración. Poco a poco, con suavidad y háblame, cuéntame. Me gusta escuchar. Háblame como hablas a tus padres, a tus amigos, con toda tu confianza, sin miedo y sin vergüenza. Déjame que te aconseje en el silencio de tu oración, déjame que te señale el camino. A través del diálogo se conocen las personas y llegan a amarse; a través de la oración conoceréis a Mi Padre, que es el Vuestro, me conocerás Mi y sentirás el suave aliento del Espíritu de Bondad. A través de la oración, sentirás renacer la nueva primavera del alma, y verás apagarse la noche oscura del pecado.

 

            Acércate a la Eucaristía, como sacrificio, la santa Misa, y como entrega de Mi hacia ti, en la Comunión. Verás que alegría sientes en ti, porque Yo pase a morar a tu alma. Verás como esa debilidad se va convirtiendo en fortaleza no solo para trabajar por tu conversión, sino para colaborar conmigo y ser luz para tantísimas almas que están necesitadas de Mi. Son  también tantos y tan grandes los deseos de que te unas a Mi por medio de la Sagrada Comunión.  

 

 

 

            Pero ,Señor, ves como  es mi vida.  ¿Cómo puedo ser digna de recibirte a Ti?. Tu eres digno de ser recibido en las almas de los justos, de los que son buena gente...

 

            Cuantos dejan de recibirme por  pensar que no son dignos de que entre en su Alma. No caigas en esa tentación. Solo el pecado mortal puede separaros de la Sagrada Comunión. ¿Sabes el poder reparador y regenerador que tiene la Sagrada Eucaristía?. ¿Sabes que al recibirme en la Sagrada Comunión, estás mas cerca de mi que aquellos que  convivieron conmigo, que aquellos que sané, que aquellos que me seguían para escuchar la Buena Nueva?. Aprovecha cualquier oportunidad que tengas para acercarte a recibirme. Veras, como el desgaste diario que el pecado produce, se va restañando con el poder reparador de la Eucaristía y tu alma recobra el vigor, haciendo que la temible tibieza tienda a ir desapareciendo. Te sentirás fuerte y comenzarás a luchar, valientemente, contra las tentaciones del maligno, a la par que tu vida sobrenatural va creciendo, va desarrollándose, hasta alcanzar la belleza que agrada a Mi Padre

 

            Se que tu, Señor,  has puesto los ojos en todos nosotros, pero hay otros que mejor que yo podrían servirte. Se de gente muy buena. Yo no me siento digno, ni preparado, ni merecedor para trabajar en tu viña. Ves como soy, y de lo que soy capaz de hacer; ves mis abandonos y mis traiciones, ves mis olvidos, y que muchas veces he preferido mis cosas, mis deseos a darte aunque sea cinco minutos de amor y de cariño.

 

            Si supieras, mi querida alma, cuanto necesito de ti. No te extrañe que Tu Dios necesite de ti. Necesito que seas mi  Luz para que otros vean el camino, necesito que seas mi Sal, para otros recuperen el auténtico sabor de la Vida., necesito que seas mis manos para que ayudes a levantar a otros, necesito que seas mis pies, para llegar a todos los rincones del mundo, necesito que seas mi Voz para que el nombre de mi Padre sea por todos conocido. Por eso te pido un esfuerzo especial en esta Cuaresma.

 

            Se como eres, y te quiero así : con tus aciertos y con tus fracasos; con tus tristezas y tus alegrías; con tus virtudes y con tus defectos. Se de vuestras limitaciones, de vuestras debilidades. Por eso no me muevo de vuestro lado, por eso me quedo con vosotros hasta el final de los tiempos, en el Sagrario, por eso está el Espíritu Santo, que con su suavidad trocara vuestras tristezas, vuestros fracasos y vuestras caídas, dándoos vigor para que cada día seáis motivo de alegría para el Padre. Pero lucha para eliminar esos defectos, para evitar el pecado deliberado, para que tu alma sea agradable a Mi Padre. Si te ves desbordada, yo estoy a tu lado. Cuenta conmigo. Cuenta con Mi Madre, que lo es tuya. Ella no sabría vivir sin derramar su amor hacia todas vuestras almas

 

            Acércate  cada día a Mi. Háblame de todas aquellas cosas que te preocupan, con toda confianza. Hazme participe de tus alegrías, me gusta veros sonreír. Siempre encontrarás refugio en Mi, también en Mi Madre querida. Verás renacer en ti la alegría.”.

           

     

            En mi abatimiento, Señor, he deseado tantas veces huir de este mundo, e irme lejos de mi casa, de mi familia, de mis amigos, de mi lugar de estudio. No soy capaz de centrar mi vida en Ti.

 

 

            Si hubiera querido que estuvieras en otro sitio sirviéndome, ya hubieras sentido esa llamada. Te necesito aquí, donde estás; ahora, en tu centro de estudio; mañana,  en tu trabajo profesional. Trabaja por transmitir el Evangelio desde tu compromiso diario del estudio, entre las almas de quienes tienes cerca, entre tus amistades, entre tus familiares. Quienes habéis sido llamados al Bautismo, sois como aquellos que portaron al paralítico de Cafarnaún hasta la casa donde me encontraba. Fíjate como supieron sortear todos los obstáculos para que aquel pobre impedido recuperara su salud y su fe. No huyas hacia donde tu creas que debes estar. Déjate guiar por Mi. Ahora te necesito ahí donde estas, y recuerda que estoy a tu lado. ¡Son tantas las almas que se sienten impedidas de llegar hasta Mi!¡ Son tantos los que a diario me abandonan! ¡Tantos los que por la falta de oración y de acercamiento a los sacramentos que me han perdido! ¡Tantos, los que me buscan sin saber donde hallarme!. Por eso, mi llamada ha sido desde la eternidad. Antes de tu nacer, ya estabas en Mi  pensamiento. Ten por seguro, que quien cumpla y enseñe los mandamientos será tenido por Grande en el Cielo.

 

 

            Gracias Señor. Por todo  lo que me das cada día: por mis padres, mis hermanos, mis amigos, por todas las cosas bellas que puedo contemplar;  pero sobre todo, gracias por el don de la  Fe, por haberme hecho cristiano, por todas  las tantísimas oportunidades que me alcanzas para ser digna de ti; porque puedo acercarme a recibirte, tal como eres: en Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad; porque me perdonas siempre y porque a cada perdón tuyo, no tienes en cuenta ya mis pecados pasados, porque a pesar de mis vilezas, me escuchas y alcanzas las gracias que te pido, sin mérito por mi parte. Gracias Señor.

 

            Aprovecha, querida alma, estos días de la Cuaresma, que dan paso a la Semana de Pasión. Vive este tiempo de manera muy especial, que sirva a tu alma para remontar el vuelo. Recuerda para que he venido: para recuperar todo lo que estaba perdido, para llamar y sanar a los pecadores; para que los justos siguieran caminado por la senda de la santidad, para dar Mi vida como rescate de toda la humanidad. Cada día es un recomenzar, recogiendo el impulso tomado el día anterior; un impulso que se verá respaldado a través de la Eucaristía, de la Penitencia y de la Oración. Déjate curar por Mi. Deja que derrame sobre ti el suave bálsamo de mi Amor, y verás restablecidas todas tus heridas, como lo vieron los paralíticos, los leprosos, y  los tantísimos enfermos de cuerpo y alma de tu tiempo, que lo  pidieron con Fe. No te desanimes, porque estoy y estaré siempre a tu lado. ¡Animo! Ve y no peques más.

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