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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

SOBRE EL PECADO CONTRA EL ESPIRITU SANTO

22 Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebul, y en virtud del príncipe de los demonios arroja a los demonios” (MC 3,22).

 

            Los escribas y maestros de la Ley viendo lo que hacía Jesús le tachan de poseído. Sus parientes, nos dice el Evangelista, le vuelven la espalda, diciendo que está loco. A pesar de las maravillas que hacía, el corazón  lo tenían abotargado no les permitía ver con los ojos del alma.

 

Jesús no es comprendido. Una nueva consecuencia sacamos en la que fijarnos: el trabajo de Apostolado no es fácil, ni nos hace andar por un camino de rosas; al contrario, incomprensiones, obstáculos, falta de apoyo, murmuraciones, risas, burlas... son las piedras que saliendo a nuestro camino tratarán de obstaculizar el trabajo del anuncio del Reino de Dios.

 

Los caminos de la santidad no dan resuelta la vida.  Jesús nos enseña que en lugar de llenarnos de amargura y de desaliento, que muchas veces nos tienta a detenernos al borde del camino, prosigamos confiadamente en manos del Padre, como lo hizo él. Jesús es el espejo en que hemos de mirarnos a cada momento. Jesús aceptó ser criticado, para decirnos que nosotros también lo seríamos;, aceptó ser perseguido, para  avisarnos que nosotros también lo seríamos, y siguió adelante, invitándonos a que nosotros hiciéramos lo mismo porque: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron” (Mt 5, 11-12). Es palabra del Señor.

 

           En verdad os digo que se perdonarán a los hombres todos los pecados y cuantas blasfemias profieran; pero quien blasfeme contra el Espíritu Santo jamás tendrá perdón, sino  que será reo de delito eterno. Porque ellos decían: Tiene un espíritu inmundo” (MC 3, 28-30).  Estas palabras de Jesús deben llenarnos de alivio, de esperanza y de gozo para acercarnos  con alegría al Sacramento de la Penitencia donde Jesús, con corazón de Padre, nos escucha para derramar después sobre nosotros su bendición consoladora; y no acercarnos con miedo, con sigilo, con espanto. Todos los pecados serán perdonados por terribles y vergonzosos que sean, si nos acercamos con auténtico arrepentimiento. Todos, salvo el pecado contra el Espíritu Santo.

 

¿Pero qué clase de pecado es este, para que sea inviable el perdón?. El pecado de blasfemia se castigaba en el Antiguo Testamento con la pena de muerte para salvar el honor de Dios y de esta manera evitar que su cólera cayera sobre la comunidad. Hoy las actuales leyes laicas  permiten la blasfemia, sin embargo la Iglesia sigue considerando este pecado como uno de los más graves atentados contra Dios, la Virgen, los Santos... Pero así todo, la blasfemia es perdonada a través del Sacramento de la Penitencia. Sabemos que blasfemia es toda acción o palabra proferida y dirigida contra Dios, la Virgen, los Santos y cosas sagradas de la Iglesia.

 

El Pecado contra el Espíritu Santo es el hecho de atribuir al demonio una obra que es manifiestamente buena, realizada por el mismo Dios. Jesús es Dios, y los fariseos y los herodianos atribuían las obras del Señor al demonio.

 

El hecho de que el Señor diga que todos los pecados se perdonarán excepto el de blasfemia contra el Espíritu, no quiere decir que ese pecado no lo pueda perdonar, sino que quién Blasfema contra el Espíritu Santo es  el que manifiesta una obcecación y contumacia frente a Dios, rechaza a Jesucristo, su doctrina, sus milagros, no acepta o reconoce el perdón, desprecia la gracia del Espíritu Santo como si fueran engaños para perderlo; por tanto dificil es su arrepentimiento.

 

            “El insulto al Espíritu Santo implica negar la evidencia de los hechos. No es un pecado ocasional provocado por una circunstancia pasajera, sino una actitud refleja y corrompida: la del que, conociendo la verdad, no quiere reconocerla. Es la definición de la mala fe (...) Pero quienes oprimen a los demás utilizando para ello el nombre de Dios no tienen más remedio que negar el origen divino de la liberación que Jesús efectúa: sólo así podrán  justificar la opresión que ejercen (...) La mala fe es una opción consciente y obstinada contra la verdad, que, por nacer de inconfesables intereses, no está dispuesta a rectificar; por eso es una  “ofensa definitiva” porque hace ineficaz la misericordia divina

 

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