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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

PON EN MARCHA EL BAUTISMO:MUCHOS OTROS LO NECESITAN

Jesús no ha venido solo a dejarnos su Palabra, ni solo ha hacerse escuchar por las gentes de aquel tiempo, ni solo para que nosotros, y otros hasta el fin de los tiempos, las leyéramos. A la Palabra le ha puesto la obra, el ejemplo, de forma que viéramos y comprendiéramos con más claridad su mensaje. Jesús, cada día, a través del Evangelio nos habla, de tu a tu, y a la vez nos explica cómo debemos obrar y como debemos actuar en cada momento, y lo hace con el cariño y ternura con que explicaba a las gentes tan necesitadas de un pastor. El Bautismo de Jesús es un ejemplo claro. No era necesario, por ser Dios, que se bautizara, pero como nos dice la Iglesia, y sus santos Padres “convenía que lo recibiera, pues quien iba a establecer la Nueva Alianza convenía que reconociera y aceptara la misión de su Precursor, siendo bautizado con aquel Bautismo necesario”. ¿Qué significa para nosotros el Bautismo? ¿Qué lugar ocupa? ¿Dónde ha quedado el Bautismo? Muchas preguntas más podríamos hacernos acerca de este Sacramento. En muchas ocasiones, es un sacramento que queda hibernado; otras como cumplimiento de un momento o de una obligación, porque muchos bautizados no vuelven a oír hablar de Dios hasta que llegan a las catequesis. Pero, ciertamente, el Bautismo como sacramento que es, no puede permanecer inmóvil. El bautismo no es esa maleta que utilizamos un día para un viaje y la vaciamos terminado éste, guardándola en el trastero; se asemeja a esa mochila que cargamos de cosas (fe, gracia, deseos de apostolado…) y nos acompaña en nuestra marcha. Está junto a nosotros, porta todos los útiles que podamos necesitar en nuestra marcha; nos sirve de apoyo en nuestro descanso.... Debemos poner en marcha cada día este Sacramento, aunque su recepción nos quede lejana. Nos da la gracia santificante; nos hace hijos de Dios; nos convierte en miembros de una Iglesia viva y resplandeciente; borra el pecado original abriéndonos las puertas del Cielo; nos borran los pecados personales (si lo hemos recibido posteriormente a la niñez); nos da el preciado don de la Fe. Ese poner en marcha cada día el sacramento es ir cultivando esa Fe que de forma gratuita Dios me ha dado; es luchar contra los pecados personales, herencia de aquel pecado original con el que nacimos; es colaborar con esa Iglesia de la que formamos parte. Cada día debemos celebrar la fiesta del Bautismo de Jesús y a la vez celebramos la fiesta de nuestro Bautismo, mientras nos comprometemos a observar todos aquellos pasos dados por Jesús desde entonces. Trabajemos para que este Sacramento tan importante como necesario no quede paralizado desde ese mismo día, y que padres y padrinos se comprometan a que lo reciba aquel niño o niña, aquel joven o aquella joven; aquel adulto, mayor o anciano y además sigan oyendo hablar de Dios, de la Buena Nueva y de la promesa de salvación y de Vida Eterna que el Señor nos hizo. Son muchos los que aun no han sido bautizados y seguro que para ello no hemos de lanzar la mirada lejos de nuestras fronteras. Muchos que no han sido bautizados viven cerca de nosotros; por ello los que hemos tenido la gracia de ser bautizados, tenemos la responsabilidad de que el Bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo alcance muchas más almas. Para ellos también vino el Señor, por ello no podemos quedarnos impasibles. Desde el Bautismo y posteriormente desde la Confirmación los cristianos nos hemos convertido en los pies, las manos, los labios y los ojos del Señor. ¡Anímate! Ponte en marcha, ponte en camino

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