NO LO ENTIENDO

Bajaba desde Guajara, zona universitaria de Tenerife, en el tranvía. Todo iba normal. Estudiantes y trabajadores que volvían a sus casas después de su jornada estudiantil y laboral, y alumnos que volvían a sus colegios e institutos. En una de las paradas, entro un joven uniformado, perteneciente a un buen Colegio privado que omitiré su nombre.

Allí se encontró con un amigo con quien comenzó una animada charla, que todo el vagón escuchaba, por su alta voz. En un cambio de conversación, el joven uniformado le cuenta a su amigo: “ ¿Sabes que p… le he gastado a … (nombre y dos apellidos) esta mañana”. El oyente le responde “ ¿Qué le has hecho esta vez?” y ni corto ni perezoso, sin bajar la voz “pues le quité el taco de chicles y les eché el polvillo que vienen en esas bolsas de las cajas de aparatos y al final de clase le vi consumir uno de ellos, ni se enteró”, el amigo le responde, “Estas loco, puedes envenenarlo”, el joven uniformado soltó una  carcajada, le debía parecer una machada.

Llegué a mi parada momentos después, la suerte de que siempre hay algún furgón policial, al ser una calle muy transitada. Me dirigí al policía que allí había, pues tenía miedo que pudiera pasarle algo al joven por consumir aquellos chicles; así que le conté lo oocurrido, le di nombre y apellidos y el Colegio al que pertenecía. A todo esto, el policía no tomaba nota, me pareció hablar con una pared. Cuando terminé, el policía me dijo “ No puedo hacer nada, porque yo no he oído nada”; “Pero yo le estoy transmitiendo todo lo que he oído. Volvió a repetirme lo mismo, así que le dije como me llamaba por si a aquel joven le ocurría algo yo estaba de testigo. Le di las gracias por “haberme escuchado” y me fui para casa con la tristeza de una “derrota” en un intento de colaboración.

No se si fue una alarma infundada por mi parte, pero tenía que decirlo ante la duda que le pudiera ocurrir algo. Puse en duda en colaborar en otro caso que pudiera presentarse. Pero no queda mas remedio que hacerlo. Tal vez no me encuentre con otra pared. Pasados los días nada decía la prensa de ningún envenenado, asi que me quede tranquilo. Pero dejo en duda la profesionalidad de aquel policía, creo que su obligación era la de atender, por lo menos. Se que están todo el día luchando con la delincuencia, que no paran y terminan agotados. Eso no quiere decir que hagan oídos sordos. Me tranquiliza el que no son todos como el que me “atendió”.

¿ a tal grado de estupidez ha llegado la juventud?. Lo digo por este caso, por los malos tratos a profesores y acoso a compañeros. Se empieza por estos casos y se termina delinquiendo. Un personaje así debería ser expulsado y estar bajo vigilancia en un centro de menores para ser corregido. La Ley del menor debería ser corregida, porque la actual deja mucho que desear.