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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

EL SEÑOR VIVE, NO ESTA YA TRAS LA LOSA DEL SEPULCRO

resurreccion

Contemplamos, en el  Evangelio de San  Marcos el momento de la Resurrección del Señor. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, sino que ha resucitado”, leemos en San Lucas  las palabras que el Ángel del Señor dirige a las santas mujeres. Los cuatro evangelistas narran el hecho de la Resurrección del Señor. No es este un momento cualquiera, sino el núcleo central de nuestra fe, pues como nos dice San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, vana también es nuestra fe. La predicación que van a desarrollar los Apóstoles, tomará como núcleo central la Resurrección del Señor. En un momento de la Celebración de la Vigilia Pascual, cuando se proclama la Resurrección del Señor, decimos ¡Aleluya, aleluya!, en señal de  clara alegría por este hecho trascendental que ha de marcar nuestra vida. ¡Feliz Pascua de resurrección!, nos deseamos unos a otros, haciéndonos participes de este hecho fundamental para la humanidad entera; fundamental para los que esperan , también, para los que no esperan, pues Cristo ha resucitado para todos, de la misma forma que los méritos de su muerte alcanzarán a todos.  Justos y pecadores, sanos y enfermos, ricos y pobres, grandes y pequeños, todos son alcanzados por la Gracia de su Luz.

            Con la Resurrección del Señor se completa la obra de la Redención del género humanos; pues con su Muerte, Cristo nos libró de los pecados; con su Resurrección, nos abrió las puertas del Cielo, de la vida eterna, y además nos devolvió los bienes que habíamos perdido con el pecado. Es además, el fundamento de nuestra esperanza; pues sabemos con  la Resurrección del Señor, estamos  nosotros también tocados por la resurrección, después de la muerte, como paso cierto y seguro para la vida eterna.

            Durante unos momentos de la Vigilia de la Pascua de Resurrección, el templo aparece a oscuras, también en algunos Templos se tiene la costumbre  de tapar las imágenes. Hasta el momento en que el Cirio Pascual  que simboliza a Cristo, entra en el Templo y lo ilumina con su Luz: ¡Luz de Cristo! ¡Demos gracias a Dios!, que es cuando se Proclama su Resurrección. Ese momento de oscuridad “es una imagen de las tinieblas en las que se debate la humanidad sin Cristo, sin la revelación de Dios”.  Fuera de Dios, nada hay, solo tinieblas y oscuridad. El pecado es oscuridad, porque donde está el pecado, no brilla la Luz de la Gracia de Dios. Es la misma imagen que representa la hijo prodigo, alejado de la casa del padre, al que abandonó, se ve postergado al olvido de aquellos que en momentos de prosperidad habían vivido a su costa; ni el jornalero que lo había contratado, quien prefería la crianza de los cerdos a la de aquel asalariado.

            Cuando el sacerdote proclama la alegría de la Resurrección, se disipa la oscuridad, para dar paso a la máxima iluminación. Es el paso de las tinieblas a  La Luz Gloriosa de Cristo, que todo lo ilumina. Representa la derrota del pecado y la victoria de la Gracia que hace recobrar al alma humana todo su vigor y toda su alegría.          Y ese pequeño cirio, que ilumina  por unos momentos, mientras la oscuridad reina en el Templo, significa que todos los fieles hemos recibido esa luz, y es “ la luz que la Iglesia derrama sobre la tierra sumida en las tinieblas”; y es esa misma luz que todos los cristianos debemos portar. “La Redención que el Señor realizó en su Muerte y su resurrección se aplica al creyente por medio de los sacramentos, especialmente por el Bautismo y la Eucaristía”.

Cuando rezamos el Credo afirmamos uno de  los dogmas de fe que dan sentido a nuestra existencia, y que sin duda debe darnos una gran esperanza en nuestro camino. Cuando rezamos el Credo, hacemos, entre otras, esta profesión de fe: Creo en la resurrección de los muertos y que no tiene un sentido diferente al que pronunciamos.  Daniel, profeta del Señor nos dice: Muchos de los que duermen en la región del polvo se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el horror y la vergüenza eterna” (Dm 12, 2-3)

            ¿Pero como pensamos que puede ser esta resurrección? ¿Se aplicará a todos? ¿O tan sólo a algunos, interpretando la palabra muchos del profeta Daniel? En los Concilios XI de Toledo y  IV de Letrán se nos dice que: “Firmemente creemos y confesamos que todos resucitarán con sus propios cuerpos, los mismos que ahora tienen, a fin de recibir cada uno según sus obras”. Esta resurrección no habla del alma, toda vez que el alma es inmortal, por tanto, confesamos en el Credo, el dogma de fe de la resurrección de los cuerpos, de la carne. Y así mismo, la Iglesia nos dice que “para que la resurrección sea verdadera, se requiere que el alma vuelva a informar el mismo cuerpo que tuvo durante la vida. “

            Santo Tomás nos dice: “Para que resucite el mismo hombre numéricamente, no se requiere que todo cuanto estuvo materialmente en él durante la vida se tome de nuevo, sino lo suficiente para completar su debida cantidad; y principalmente parece se ha de tomar lo que fue más perfecto, comprendido bajo la forma y especie de la humanidad”. Estos cuerpos, los de los que alcancen la gloria y los de los que alcance el castigo eterno, serán inmortales; es decir, ya no volverán a morir, como ocurrió durante la vida temporal.

            ¿Cómo serán estos cuerpos? Los cuerpos de los que alcance la gloria de Dios para toda la eternidad, poseerán una serie de propiedades: Impasibilidad.-      Propiedad por la que jamás se padecerá dolor, ni los achaque pasajeros que el cuerpo padeció durante la vida terrera: cansancio, molestias...Claridad.-      Recordemos a este respecto la Transfiguración del señor en el Monte Tabor. Esta claridad, se nos traduce como la suma felicidad del alma y que se comunica al cuerpo. Esta felicidad, si recordamos aquel pasaje, se les permitió sentirla en algún grado a los discípulos que acompañaron al Señor, en el Tabor, pues expresaron lo bien que se encontraban. También la Iglesia nos dice que si bien los cuerpos de los santos (se entiende aquí, a todos aquellos que gozan de la presencia de Dios, ya en el Cielo) gozan de la propiedad de la impasibilidad, pero no todos tendrán el mismo resplandor y claridad  .Agilidad.-Que se refiere a la virtud por la cual nuestro cuerpo se verá libre de toda carga: penas, preocupaciones, estrés..., que parecen que encadenan nuestro cuerpo con firmeza a la tierra. Sutileza.-      Virtud por la cual el cuerpo estará sometido al imperio del alma

            La resurrección de nuestros cuerpos va a ser diferente, en su totalidad, a la que recibieron  Lázaro y la hija de Jairo, ya que ellos volvieron a la vida, pero no a una vida de gloria, sino a la misma vida  en la que se encontraban antes de sus muertes; vuelven a una vida con sus cargas, pesares, sacrificios y luchas. Los Saduceos interpretaban mal el concepto de resurrección; ya que pensaban que se volvía con las mismas funciones  que habían abandonado, de ahí la pregunta que le hacen a Jesús, ¿con cuál de los siete volvería la esposa?... Seremos como los Ángeles, lo dice el Señor. Por último, la afirmación del Señor, ratifica la autenticidad de la resurrección: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos (Mc 12, 27).      ¿Qué entendemos por resurrección? Se define la resurrección como al hecho de que la unión del cuerpo y el alma que se rompe con el acto de la muerte, se vuelve a rehacer. Con la resurrección, el cuerpo y el alma se vuelven a unir. Santo Tomás nos da cinco razones que justifican la Resurrección de Jesús:

           Por caridad y obediencia a Dios, Cristo sufre la muerte de Cruz; era, pues, preciso que Dios le exaltara con la Resurrección, según conviene a la justicia divina; que exalta a quienes se humillan por Dios.  Era conveniente también que el Señor resucitase para confirmar nuestra fe en su Divinidad por el milagro de la Resurrección. Para fortalecer nuestra esperanza, porque al ver a Cristo (que es nuestra Cabeza) resucitar, también nosotros esperamos la resurrección. Para ejemplo de nuestra resurrección espiritual a la gracia, a fin de  que muertos al pecado, resucitemos con Cristo a una vida nueva. Para completar el misterio de nuestra redención, llevándonos al bien, después de habernos liberado del mal con su pasión”

 

            ¿Cómo resucitó Cristo? “El  Cuerpo de Cristo resucitó en estado glorioso, adornado de las dotes de impasibilidad, agilidad, claridad y sutileza que describe la Sagrada Escritura”. Pero además, para que no quedará la más mínima duda, el Cuerpo de Nuestro Señor conserva, después de su resurrección todas las heridas de la Pasión y la infringida después de su muerte. Así conservaba las huellas de los latigazos, los agujeros de los clavos en manos y pies y la abertura que en su pecho le hizo la lanza; abertura grande, ya que dentro de ella meterá los dedos Santo Tomás a fin de dar crédito a la Resurrección del Señor. “El Cuerpo resucitado de Cristo es verdadero cuerpo”

 

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