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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

EL DELITO DE NACER ENFERMOS

Al Michu, A Raquel y cuantos niños cargan con la Cruz del Dolor, y parar aquellos que no pudieron gozar de nuestros besos, porque quienes debieron dárselos se lo impidieron. Me decían que la vida, muchas veces, parece una broma de mal gusto, pues no sabes nunca lo que te vas a encontrar a la vuelta de la esquina, que suele ser lo contrario a lo que uno espera ilusionado, que está llena de dolor, de fuertes reveses, de... Bueno, aunque, en honor a la verdad, hay que decir que , también, en muchas ocasiones surge aquello que deseamos con anhelo, contrariamente a lo que auguran los agoreros, y que nos hace infinitamente felices. No seamos tan fáciles a dejarnos llevar por los sentimientos fatalistas de este floreciente pesimismo que nos rodea y recojamos lo romántico, lo poético, lo feliz de la vida, que es mucho y que se nos logró a precio de Sangre. Estoy seguro que detrás de cada lágrima suele haber siempre, escondida, una sonrisa. Lo importante es saber encontrarla. Que la vida, a pesar de sus espinas es bonita y merece que la vivamos. Buscamos al Cirineo continuamente para que cargue con la suave Cruz de nuestro cada día, porque nos parece tan pesada para cargarla nosotros mismos... En fin. Hace unos días hablaba con una amiga mía acerca de la problemática existente con los niños que nacen con malformaciones diversas, muchas veces con enfermedades de carácter crónico, con retrasos insalvables...Y comentábamos que el problema de estos auténticos ángeles no queda únicamente en la enfermedad, en la anomalía, en el retraso, en la malformación...¡no!; el problema se agrava con el estado de indefensión legal en el que se encuentran sus vidas antes del nacimiento. Y me contó su experiencia relacionada con este problema. Y tal vez ( y subrayo "tal vez") pueda ser la de otros muchos matrimonios. Lo que resultaría altamente espeluznante que hechos como el sucedido se puedan repetir. Mi joven amiga acudió a la ginecóloga para ver el estado de su embarazo y el del niño que estaba en camino. Es de imaginar la ilusión con que acudía la joven madre a la consulta médica. ¡Cómo todas las madres que esperan!. Si, digo bien, ¡todas las madres!( aquí no encajo a las abortistas que no merecen el digno rango de madre) . Pero la ilusión se iba a derrumbar tan de repente como lo fue la inesperada noticia de la médico :"Su hijo va a nacer con diversas malformaciones". La noticia es impactante para cualquiera, téngase fe o no se tenga, y más cuando el sueño de quien va a alegrar la familia y el hogar se había ido amasando con ternura. Y la doctora continuó ahondando más en la herida abierta :" Se lo digo, por si Ud. quiere interrumpir el embarazo. Está aún a tiempo". Esta segunda andanada fue como un puñal clavado en el alma. Desgraciadamente esta, y no otra, es la triste realidad que vivimos hoy día. La deshumanización, la perdida de los valores, el reto a Dios, el egoísmo, la comodidad... son, o al menos eso parece, las constantes sobre las que avanza esta sociedad que se dice moderna, progresista y europea, pero que en realidad avanza enferma y quejumbrosa . Pero prosigo. Sacando fuerzas de flaqueza, levantándose de su derrumbe por el impacto recibido en el alma, contestó con la fuerza de la Fe: "¡Deseo tener a mi hijo!. No me importa como nazca". Recuerdo que cuando me lo contaba, a ambos las lagrimas se nos asomaron a los ojos. Mis lagrimas, puedo decir, que eran por estar ante una persona de tan alta santidad y testigo autentico de la Fe en Cristo. Es de imaginar que durante los meses siguientes el dolor no iba a faltar en esa familia. Un dolor que no conmueve a este mundo a veces cruel e impasible ante la sangre inocente derramada, un mundo insolidario que solo piensa en que "mañana no le falte el plato de lentejas"... pero, también, estoy seguro que ante ese dolor humano, lógico y comprensible caminaba aunadamente la alegría de saber, con toda certeza, que aquel hijo que venía, iba a recibir todo el amor del mundo y que nada le iba a faltar. Y en este clima se preparaba la venida de aquel pequeño. La Fe cierta, sin cortapisas, sin reservarse nada para uno mismo, hace que la Cruz se haga mas ligera; y es que Cristo retoma el papel de El Cirineo y recoge (mejor dicho ya la recogió en aquella semana de Pasión) con Amor la parte mas pesada de nuestra Cruz. ¡Y llegó el día!. Todo estaba preparado incluido el Amor, con mayúsculas. Y el niño que esperaban salió a la luz del mundo... ¡y salió sano!, sin la más mínima traza de enfermedad ni de minusvalía. ¡Auténticamente sano!. No cabe duda alguna. Dios quiso bendecir aquel hogar ( aún a costa del patinazo medico) con aquel niño, ante una respuesta de fe, de amor y de generosidad. ¿Verdad que el mundo se hace más bonito?. Pero hubiera sido igualmente bonito aunque aquel niño hubiera nacido enfermo, puesto que en aquella familia no habría faltado el amor, y mientras en el mundo haya un rescoldo de amor éste será siempre bonito y habitable. Hoy con sus años encima, vive feliz junto a su familia. Uno ante hechos como éste, se pregunta, con la gravedad que requiere el caso : ¿ cuántas futuras promesas de vida son eliminadas en el mundo con fallos tan clamorosos?, ¿ cuántas otras vidas han sido abortadas por el mero hecho de que iban a nacer enfermas?. ¿Nos habremos parado a pensar, detenidamente, en lo que está ocurriendo alrededor nuestro?. Pero no voy a buscar las respuestas en las estadísticas, a mi no me interesan los números, ni los porcentajes; lo que me interesa es que los niños nazcan, sanos o enfermos; pero que nazcan. El niño enfermo, el disminuido,...tiene los mismos derechos que el niño sano; y entre esos derechos, está el derecho a la vida, el derecho a gozar de todo lo que le rodea, a gozar del amor humano. Gracias a Dios, aun queda corazones con la capacidad de amar. Pero además de los derechos que le asisten, el niño enfermo, el disminuido, el que nace con el síndrome de Down en el grado mas avanzado, ¡es persona a todos los efectos!. Aunque la vigente legislación y sus legisladores, de forma injusta, política y electoralista (lo que ya en sí es grave), dicten lo contrario. Dicen que un niño sano puede ofrecer mayores alegrías que un niño enfermo ( afirmación que dudo), ya que sobre este último hay que tener mayores cuidados, preocupaciones, hay que estar con el corazón en un puño... ¿pero, esto es suficiente como para privarle del derecho a la vida, como si se tratara del peor de los criminales?; porque, para la practica de un aborto, no piensen Uds. .. que la violencia está ajena. Todo lo contrario, he visto escenas espeluznantes, capaz de hacer sangrar al corazón más duro. Muchas familias Ante el nacimiento de un niño enfermo, y más, cuando la enfermedad o la anomalía va a ser para toda la vida, se han derrumbado, se han roto; a otros la "fe" se les ha desmoronado, como un castillo de naipes, ante el "revés " que la vida "les ha dado"; otros, alegando " no poder cuidarlos", han acudido al mal menor entregándolos a alguna asociación...pero, también, se han dado los casos contrarios, ya que muchas familias han visto reforzado su amor, su unidad y hasta incluso su fe, entorno a aquel ser que " nació niño o niña y además enfermo" que decía el padre Martín Descalzo. Desgraciadamente esta tremenda situación es debida, no a una falta de cultura, de educación o del medio en que viven quienes fría y calculadamente se conciertan para matar a un ser dentro del seno materno por el mero hecho de nacer enfermos; ni tampoco a la mal entendida "paternidad responsable", sino a la comodidad de unos "padres" que no quieren vivir "atados" a la enfermedad de su hijo,; pero además, con el amparo de la Ley, de quienes legislan y de quienes la imparten. ¡Ojalá! Que a partir de hoy, ningún niño tenga " la desgracia de nacer...muerto". Ellos, sanos o enfermos son la mejor respuesta de que Dios sigue amando al mundo. Será porque habremos empezado a pensar un poco. ¡Dejadles vivir!
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