CARTAS A MI PADRE Y AMIGO

¡Como me gustaría que estuvieras aquí papá! Y poder estar a tu lado, como tantos días, tantas horas. Lo hacía con agrado. Ha sido una bendición que no merecía el poder compartir tantas horas, tantos paseos a la Plaza de la Candelaria, viendo aquellas fotografías del Tenerife Antiguo; aquel largo paseo por aquella zona de chalets que se ven desde el balcón de casa, o dando la vuelta a la manzana viendo las obras que bajo el puente están haciendo; o las obras del metro. No pudimos ver juntos como la terminaban. Cuando paso sobre el puente camino de casa me acuerdo de ti, como en tantos otros momentos.

Como siempre el genio, como siempre nunca cierro la boca, tendrás que ayudarme a callar. Debo apaciguar el genio, por el que salen tantos y tantos pecados, como opinaba San Benito al escribir su famosa regla, por eso prefería el silencio. Me gustaría ser como tu: paciente, humilde y con esa maravillosa visión del mundo que nos espera cuando nos marchemos de éste:” ¡Mama no sufras, que pronto iremos a ese otro lugar donde ya no se sufre!” ¡El Cielo! Y cuando estabas cerca de tu tránsito decías ¡Mamá, ya no puedo esperar! Tenías ansias del Cielo, sed del Cielo como corresponde a tu talante cristiano. Transmítenos esas ansias, esa sed del cielo, para que nunca se apague y fijemos siempre nuestra meta en la Patria final.

Después de la comunión de hoy, he hecho lo que mas siempre agrada a Dios y a la Virgen y te agradó ti siempre. Pedí perdón, me sentí mejor, aliviado, ágil. Gracias papaíto. Ayúdame a pisar tu huella para no perderme, así poder mirar hacia arriba sin pérdida mientras piso tu huella firme y segura.

Echo en falta aquel  ¡AN TO NI O! como me llamabas cuando necesitabas algo, o bien desde la cama con la campanita de la Virgen del Pilar. Y yo acudía alegre de poder servirte. Le doy gracias a Dios de haber podido servirte, ayudarte, estar contigo. Eres MI  PADRE Y MI AMIGO, este sacramento filial no se rompe con la muerte. PADRE Y AMIGO (¡y que nadie lo dude! Te decía; ¡que nadie lo dude! Respondías).

Echaré en falta tus llamadas, y que me llamaras hijo y amigo. ¿Y porque no vas a poder llamármelo alguna vez?  Para quien no cree todo acaba aquí. Eso cree. Todo debe ser oscuridad, tenebrosa oscuridad. Para quien cree, después de este caminar todo sigue, para mejor, en la gloria de Dios. Ya paz, autentica paz, la verdadera, no de la que nos hablan los políticos.

Ya estas con Margarita, tu alegría. Nuestra alegría. La segunda que entro en la patria, después de tanto sufrimiento, abnegado sufrimiento, diría hasta heroico sufrimiento. Los dos al unísono, nos echareis un buen cable. De mi tendréis que tirar bien fuerte, tal vez necesitéis bien de ayuda.

Hoy en la Misa nos hablaban de la viuda de Sarepta, y de aquella otra viuda que echó en el gazofilo todo lo que tenía… ¡que gozada! Ver allí a todos de los que nos Habla la Biblia y que nosotros nos imaginamos en nuestra humana mente de una forma. Es impresionante la Biblia, hay que leerla, pero sobre todo el Nuevo Testamento, jugoso muy jugoso, despacito, como si fuéramos uno más en aquel tiempo.

¡Que guapa la Virgen! ¿Y san José, es como nos lo presentaban? ¿Y mis amigas las animas del Purgatorio! Cuantos rezados habrán echado ya para que cambie. Seguro que  rezos extras. Pero este motor no acaba de arrancar.

 Imagino el recibimiento magistral que hacen a quien entra en el Cielo. ¡Como debe ser!. Claro el primero que goza es Dios y después todos los demás. Ya el Señor no lo adelanta en algunas Parábolas y en el Hijo Pródigo, que se adelanta al hijo arrepentido y sale a recibirlo. Y que tantas veces nos cueste tanto arrancar hacia el Confesionario. Muchas veces vamos como corderos al matadero. Temblando ¡que nos dirá el cura! Y después salimos como flotando, insuflados de gracia; tanto que ya no nos acordamos de la vida anterior. Si no fuera por este sacramento viviríamos destrozados por las garras del pecado que se clavan en el alma y que inutilizan realmente la vida espiritual. Nos convertimos en aquel paralitico que hubo de ser llevado en camilla ente el Señor.

Contigo era fácil el cuarto mandamiento. Por eso se me hace difícil comprender a quienes odian a sus padres, a quienes no hablan con sus padres… poder disfrutar de un padre como tu es  la mayor bendición que se puede tener. Y Dios nos ha bendecido sobremanera a todos contigo. Eres la espina dorsal de la familia.

Te quiero mucho papaíto, con toda el alma y a Margarita. Sabéis que quisiera, en mi egoísmo, estuvierais aquí. Pero aquí abajo no pintan bien las cosas, ni para esta España que tanto te dolía y que ahora te dolería aun más. Gracias papa, gracias amigo