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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

BIENAVENTURADA POR TODAS LAS GENERACIONES

LA INMACULADA CONCEPCION

46 María exclamó:

 

                                   Glorifica mi alma al Señor,

                                   47 y s alegra mi espíritu en Dios mi Salvador:

48 porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava;

Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.

                                   49 Porque ha hecho en mi cosas grandes el

Todopoderoso,

                                   Cuyo nombre es Santo;

                                   50 su misericordia se derrama de generación en

Generación

                                   Sobre aquellos que le temen.

                                   51 Manifestó el poder de su brazo,

                                   Dispersó a los soberbios de corazón.

                                   52 Derribó a los poderosos de su trono

                                   Y ensalzó a los humildes.

                                   53 Colmó de bienes a los hambrientos

                                   Y a los ricos los despidió vacíos.

                                   54 Acogió a Israel su siervo,

                                   Recordando su misericordia

                                   55 según lo había prometido a nuestros padres,

                                   Abrahán y su descendencia para siempre.

 

            56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa”. (Lc 1, 46-56)

 

            El padre José Luis Martín Descalzo describe el cántico de María: “es como un poema con cinco estrofas: la primera manifiesta la alegría de su corazón y la causa de este gozo; la segunda señala, con tono profético, que ella será llamada bienaventurada por las generaciones: la tercera (que es el himno) santifica el nombre del Dios que la ha llenado; la cuarta parte es mesiánica y señala las diferencias entre el Reino de Dios y el de los hombres; en la quinta María se presenta como la hija de Sión, como la representante de todo su pueblo, pues en ella se han cumplido las lejanas promesas que Dios hiciera a Abrahán”.

 

 

Glorifica mi alma al Señor, desde lo más íntimo de su ser, La Virgen María alaba y da gloria a Dios. Toda su vida giraba en torno a Dios, vivía para Él, sin mirarse a sí misma. Cada momento, cada paso, cada pensamiento de María era para aquel a quien amaba intensamente, Padre Dios. Sus actos y pensamientos eran un canto de gloria a Dios desde el corazón de aquella humilde joven. María superaba cualquier momento de posible decaimiento que pudiera tener, como cualquier joven de su época, elevando su alma y su espíritu a Dios; ahora, a través del cántico, celebraba su inmensa alegría porque el mismo Dios había dirigido sus ojos hacia su persona. María se anonadó; para Ella solo existía Dios y los demás; ella no se daba importancia; su vida era la plena voluntad de Dios, era, la ¡Esclava del Señor! Como le dijera al Ángel en la Anunciación. María agradece al Padre haberse fijado en su pobre persona. A lo largo de la historia de la humanidad, vemos como Dios elige siempre a los más humildes para hacerles portadores de su mensaje. María fue elegida por Dios para hacerla portadora de La Palabra: ¡Jesús!, María agradece con su sencillez y su ternura ese detalle de Dios  porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; Jesús agradecerá a las santas  mujeres los detalles de finura que tuvieron para con Él, y los desvelos que tuvieron desde el momento de su muerte hasta su Resurrección gloriosa: las primeras en gozar de su presencia, después de María.

 

            Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Desde entonces, en el Cielo y en la Tierra, se cantan las bienaventuranzas de María. Ingentes las cantidades de personas que acuden a la Madre para alabarla, para cantarla, para estrecharla en sus corazones, para dedicarle aquello que, desde nuestro humano corazón, consideramos que es la mejor flor, el mejor detalle, el mejor regalo que podemos ofrecerla... y hasta el fin de los tiempos, la humanidad entera, seguirán honrando a María y esparciendo por el mundo, como semillas, las glorias de María.

 

            Madre, Corredentora, Abogada... que muchas veces resumimos en ese otro nombre que damos a María: ¡Virgen! Son los piropos y reconocimientos que sus hijos hacen a la Madre. Y no solo los hijos bautizados; sino también muchos otros hijos no bautizados, acuden a los santuarios de María para venerarla y tributarla honor y gloria.

 

            En el Rosario desgranamos cada rosa, cada avemaría, mientras pronunciamos su nombre

 

            Al final de este canto de María, san Lucas recoge otro detalle de María; detalle que nos enseña que para la Virgen María, lo principal no era Ella, sino los demás; pues la Virgen María, estando  encinta permaneció con ella unos tres meses, ayudando a su prima Isabel que también había recibido la bendición de Dios: iba a ser madre de aquel que sería puente entre el antiguo y el nuevo Testamento: Juan el Bautista.

 

            El obispo Laureano Castán Lacoma, escribía: María, en su humildad profunda, reacciona entonando el Magníficat para dar a Dios toda la gloria y reclamar  una vez más para sí el título de esclava. Pero he aquí que, en un momento culminante de su cántico, la santísima doncella, clavada su vista iluminada en la neblina del futuro, pronuncia, sin que le tiemble la voz ni vacile su aliento estas audaces palabras: He aquí que a partir de este momento me llamarán bienaventurada todas las generaciones.”.

 

            En el rezo del rosario a la vez que acompañamos a María y saboreamos con filial amor su nombre, la proclamamos bienaventurada, con el orgullo de reconocerla como nuestra Madre, que nos aceptó al pie de la Cruz. Cantamos sus bienaventuranzas a los cuatro vientos de forma que todos puedan conocerla y que es madre de todos, una madre que no sabría vivir sin amar al género humano y que a todos escucha: “Jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, haya sido abandonado de Vos” que entonaba San Bernardo.

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