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El blog de antonio tapia

EL CAMINO DE EMAUS

A MI AMIGO JOSE: SOBRE EDUCACION TRASCENDENTAL

Estimado amigo: como te prometí paso a comentarte tu escrito. A darte mi opinión, es solo una opinión, mi punto de vista. En  efecto, antes se hablaba continuamente del pecado, del infierno, del Cielo como premio a los justos, a los que habían cumplido generosamente con la Voluntad de Dios expresada en los mandamientos. Creo que no  está mal, salvo que queramos solo oír sólo aquello que nos interesa, bien porque nos molesta que nos hablen de lo que nos revuelvan la conciencia bien porque el ser humano tiene algo de sastre, ya que suele hacerse la religión a su medida.

Pero hemos pasado de un extremo a otro. Hoy se oculta la palabra pecado, se la disfraza con la palabra edulcorada fallo; se omite hablar del infierno o del mismo diablo porque es asustar a la gente. De seguir así se anula el Cielo para hacernos olvidar la existencia del infierno. ¿Qué es más perjudicial? Considero que omitir el pecado es un grave hecho, ya que su comisión puede privarnos de la vida eterna, así de tajante. Ya que al arrancar la palabra pecado, puede llevar consigo borrar la existencia del sacramento de la penitencia, cuyo valor hoy es negado por algunos y puesto en duda llevarlo a cabo con un sacerdote. Muchos erróneamente se confiesan directamente con Dios, y esto no es válido.

Hoy todo se ha trastocado. Los neo-teólogos modernistas, están creando unas teorías, contrarias a lo establecido por la Iglesia, como por ejemplo que tras la muerte, que ya se ha acabado el tiempo de merecer, existen tres minutos en los que aun podemos arrepentirnos de nuestros pecados. Hecho ni probado ni demostrado por ninguno de ellos. Tras la muerte, desde el mismo momento, se termina el tiempo de merecer y tenemos que presentarnos ante el mismo Señor.

Cierto que algunos nos presentaban a Dios como un hombre con barba, dispuesto a darnos “un cogotazo”. Nada más erróneo. Cierto que Dios es Amor, que Dios es Padre, pero cierto es que no apruebe la vida de pecado del hombre, pero también es cierto que espera pacientemente nuestra respuesta de arrepentimiento. Que mejor explicación que la Parábola del Hijo Prodigo, en el que vemos como cuando ve en la lejanía acercarse arrepentido al hijo, sala raudo a recibirle.

Hoy llamamos a Dios Padre, Abba, papaíto; con todo el cariño y amor, desde el mismo corazón, se nos llena la boca llamándole papaíto. Y nos acercamos a El sin temor, sabedores de nuestra filiación, sabedores que nos ama, que somos de barro quebradizo, frágiles, fácilmente rompibles. Y este sentir, nos facilita el acercarnos al sacramento de la penitencia, porque sabemos que está dispuesto a perdonarnos.

Por otro lado, no podemos omitir ni olvidar la existencia del infierno, realidad descrita en el antiguo y nuevo testamento, lugar privado de la presencia de Dios para toda la eternidad, castigo a los necios que optaron libremente por no cumplir la Voluntad expresada por Dios. De el hablan los santos padres y la iglesia lo establece como dogma de fe, que hemos de creer. Aunque los neo-teólogos tratan de omitirlo porque puede causar miedo al creyente. Pero este tema debe ser tratado aparte por su importancia.

Tampoco se debe olvidar  el Cielo, morada de Dios, el premio logrado por Jesús con cruel pasión. Los detractores del cielo causan risa, dicen que el Cielo es pasarse la eternidad rezando. ¡Pero que saben ellos! Ni ojo vio ni oído oyó. Solo sabemos que es la eternidad con Dios, donde podremos decir con los apóstoles ¡que bien se está aquí Señor!

Si hay que hablar del cielo, no podemos omitirlo, el premio para los justos, el infierno, castigo para los necios. De no hacerlos seria hablar a medias, seria sesgar, engañar. No amamos a Dios por miedo, le amamos porque es nuestro Abba, papaíto, lo queremos no por el premio, lo queremos por sabernos sus hijos. Pero eso sí, trabajamos el día a día, con constancia por merecer el premio que Jesús nos ha logrado.

Estoy de acuerdo con que se precisa una educación trascendental. Yo la llamo evangelización, y sin ir más lejos, aquí en España. Falta mucha educación en la fe, por tanto esta debe ser continua. Nadie debe sentirse exento. Ni los niños, ni los jóvenes, ni los padres, ni los catequistas.

En algunas parroquias ya se lleva a cabo  y con gran éxito. Los resultados óptimos. Yo lo he visto. Nunca debemos sentirnos preparados, ni sabedores de todo. Es el pecado de soberbia que muchas veces afecta al cristiano. ¡Yo lo sé todo, no necesito nada! Esta es la soberbia de muchos teólogos que piensan que el titulo, les da razón para crear y lanzar teorías y establecer doctrinas que confunden el camino de muchos cristianos, desviándose de la autentica doctrina de la Iglesia.

Si amigo, una veces se peca por exceso y otras por defecto y omisión, ayer nos presentaban una religión férrea, dura. Hoy, mechas veces edulcorada. ¿Dónde debemos quedarnos?                                                                                                                

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H
<br /> <br /> Gracias por tu comentario a "La educaciçon trascendental" que escribí en hombredeapie.wordpress.com<br /> <br /> <br /> Me ha gustado mucho y es bueno para reflexionar y dialogar<br /> <br /> <br /> <br />
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