EL AMOR DE LAS MADRES (a mi madre)

9 Febrero 2018

Uno de los pecados mas graves, me atrevería a decir que por encima de la corrupción y otros delitos, está en no ver lo que nos han dado nuestros padres y en dividir el corazón hacia una parte o hacia la otra, en maltratarlos de obra o de palabra, en la desobediencia, en abandonarlos cuando llegan a la ancianidad, en no reconocer los sacrificios que han invertido para sacarnos adelante; en una palabra, en dinamitar el cuarto mandamiento que tanto ama el Señor.

Podremos tener un corazon entre nuestras amistades, siempre habrá uno o una que te acerca, que confías mas; o en el trabajo siempre hay un jefe o un compañero en el que sabes que podrá ayudarte a sacar adelante un trabajo que te supera. Pero, cuando se trata de los padres han de tener cabida los dos a partes iguales.

“ Me dices, que desde pequeño ocupaba mas parte de tu corazón tu padre que tu madre porque mientras tu padre iba a trabajar desde temprano mientras tu madre se quedaba en casa. Pues por dura y sacrificada fuera la vida de tu padre, piensa un poco lo que te voy a decir. Abre los ojos de tu alma y mira hacia tu pasado y escucha.

¿Ves a tu madre, cuando aún no te habías levantado, os preparaba el desayuno, ponía las tazas sobre la mesa, las galletas el azúcar, la leche. Antes de despertarte preparaba vuestro uniforme y los zapatos bien limpios. Luego os iba despertando. Os tenía el cuarto de baño, para que fuerais lavando y vistiéndoos y según terminabais os serbia el desayuno, (calentito, sobre todo que bien sentaba en invierno). Teníais también las carteras preparadas y salía a la puerta a despediros- ¡Por cierto, olvidaba el bocadillo del recreo!. Que también iba dentro de la cartera. ¡Estaba en todo, hasta el mas mínimo detalle.

Mientras estabais en el Colegio, cogía la bolsa de la compra e iba a las tiendas y volvía con todo el peso de la compra, agotada de ir de tienda en tienda: que si el pan, la leche, la carne, las verduras… lo dejaba en la cocina y se ponía a hacer las camas y barría la casa y la fregaba y mientras tú te divertías en un recreo que no tenia ella, se ponía a cocinar y mientras el puchero cocía, preparaba la mesa: platos, cubiertos, servilletas, la Casera. Después hecha la comida, preparaba el pan y el chocolate para el recreo de del Colegio de por la tarde.

Según ibais llegando, esperabais a la llegada del vuestro padre, para comer todos en familia. Terminabais de comer, las chicas ayudaban a recoger los platos y vuelta al Colegio. A la vuelta os ponía a estudiar apoyada por nuestro padre. Tras la cena a ver un poco la TV hasta que “la familia telerín” avisaba que había irse a la cama. Miraban a ver si estabais bien tapados.

Y así cada día. Ya ves, el trabajo poco comprendido de las madres. Cada uno, padre y madre se sacrificaban por sacar la familia adelante.”

Es cierto. ¡que poco pensamos en las madres!. Nos sacan a la luz con un dolor más duro que un cólico nefrítico, que ya es decir, y en silencio trabajan por los hijos. Un trabajo gratuito y lleno de amor. ¡ Gracias de corazón mama a ti también!. Un beso por cada día de mi vida a los dos, y por mucho años más. Tu hijo